Las tecnologías de la información han encontrado diversos usos a través de los años: herramientas que sólo se concebían para usos científicos se masificaron y cambiaron la cotidianeidad de muchos, ayudando a hacer sus vidas más fáciles. Al mismo tiempo, también se convirtieron en un signo de estatus social y de diferenciación al poner en evidencia el sesgado acceso a flujos de información y a redes de comunicación.

Una de estas redes es la recién creada Womenalia, nueva versión de Dirigirenfemenino.com y cuyas usuarias son mujeres profesionales que buscan intercambiar experiencias y generen lazos de apoyo. Una página de este tipo permite crear una comunidad activa con intereses comunes y que es una estrategia ante la inexistente paridad de oportunidades laborales.

Por otro lado, en el presente estudio de Nielsen podemos ver la generación de un nuevo foco consumidor de tablets y de eReaders entre las personas de más de 55 años, además de un aumento en el consumo femenino. Si bien se adjudica este hecho a la portabilidad y a la facilidad del uso, podemos preguntarnos qué hay detrás de dichas razones prácticas.

En los dos casos observamos que los usuarios son filtrados por su poder adquisitivo y/o por su situación profesional. Así como lo ilustra la promoción actual de la cadena de supermercados Wong, no son los individuos quienes se adaptan a las TIC sino a la inversa: las direcciones de "los mejores restaurantes de Lima" o un "sumiller de bolsillo" no están incluidas en todos los tablets, pero éste se dirige a llenar necesidades suntuarias de consumo. En Womenalia pueden aparecer quejas entre las usuarias por la poca cantidad de cabezas de empresas mujeres, pero es poco probable que mujeres operarias de servicios de limpieza expongan sus desavenencias y puntos de vista. Estos ejemplos nos muestran que debemos ver las TIC no sólo por el enfoque tecnológico, sino sobre todo por el humano para poder comprender su total alcance.